Asociación AESEPA - Salvador Dominguez



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domingo, 27 de diciembre de 2015

Juana Rodíguez Chaparro, desaparece de la Casa-Cuartel de La Unión-Murcia en 1.947.-



Desaparecida de una Casa Cuartel
Desaparecida
La democracia no entrará en los cuarteles, hasta que mi madre, mujer de Guardia Civil, no salga de uno de ellos.
CASO ABIERTO...
Casa Cuartel donde desaparece mi madre 1947
Casa Cuartel donde desaparece mi madre 1947
 
 

CASO ABIERTO...
Edición nº 8 - septiembre de 2004
Cartagena Histórica
JUANA RODRÍGUEZ CHAPARRO
DESAPARECIDA EL 27 DE ABRIL DE 1947 
DE LA CASA CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL EN LA UNIÓN
Juana Rodríguez Chaparro y José Pozo el día de su boda
Juana Rodríguez Chaparro y José Pozo el día de su boda
Este artículo recoge un intenso drama humano que comenzó en 1947. Dada la historia que describimos y sus implicaciones, es necesaria una advertencia previa al lector. Por primera vez se aportan datos no conocidos hasta el momento y en sus conclusiones se expone con crudeza lo que pudo suceder a Juana Rodríguez en la madrugada de aquel 27 de abril. Siempre habrá quien maliciosamente, sacando los hechos de su contexto, diga que es un artículo contra la Guardia Civil. Vaya por delante nuestra admiración y respeto por la actual Guardia Civil, seguramente la institución policial que en el sistema democrático español más ha sufrido en su trabajo por el mantenimiento de la legalidad. La Guardia Civil desde su fundación en 1844, vivió los mismos avatares que el pueblo español y forma parte de su historia con sus mismas luces y sombras. Siempre tuvo a gala mantenerse fiel a las autoridades constituidas. En abril de 1931, su Director General José Sanjurjo dio el espaldarazo definitivo al nuevo régimen al ponerse a las órdenes del primer gobierno de la II República y, en julio de 1936, el general Aranguren y sobre todo el coronel Escobar tuvieron una actuación decisiva en la derrota de la sublevación militar en Barcelona, situando las fuerzas de la Guardia Civil al lado de la autoridad legal. En el resto del país el posicionamiento de la fuerza tuvo mucho que ver con la situación geográfica y su faceta militar. ¿Qué ha tenido actuaciones controvertidas? Por supuesto, pero no más que la gendarmería francesa, los “carabinieris” italianos o los agentes federales de Estados Unidos por poner unos ejemplos de policía similar. También es necesario, para entender los hechos, situarse en el contexto de 1947, en una posguerra muy dura con un régimen militar cercado tras la Segunda Guerra Mundial y en una zona minera donde no abundaban los partidarios del general Franco.
En el caso que nos ocupa es lógico pedir responsabilidades a la Guardia Civil porque la desaparición de Juana Rodríguez ocurrió en una de sus casas-cuartel. Tal responsabilidad nace del derecho de unos hijos a saber qué ocurrió con su madre. Y también de la firma por parte de España en 1992, de la Declaración sobre Desaparición Forzada ante la ONU. Firma que implica al Gobierno Español y a sus Instituciones en la búsqueda de personas desaparecidas.
Lugar donde ocurrieron los hechos
Lugar donde ocurrieron los hechos
La Unión  Ciudad Minera
Casa cuartel de la Guardia Civil en La Unión en la actualidad, tras su restauración
Casa cuartel de la Guardia Civil en La Unión en la actualidad, tras su restauración
Los hechos
En la noche del 26 al 27 de abril de 1947, Juana Rodríguez Chaparro, esposa del Guardia Civil José Pozo Martín, desapareció de la casa-cuartel de la Guardia Civil en La Unión, donde ambos vivían, sin que hasta la fecha se haya tenido noticias de su paradero.
Han transcurrido casi 60 años de la desaparición de Juana Rodríguez y en estos momentos concurren dos historias como consecuencia de aquella desaparición, en la que una es consecuencia de otra.
Juana Rodríguez desaparece en la noche del 26 al 27 de abril de 1947 del cuartel de la Guardia Civil de La Unión, lo que origina una tragedia para sus hijos aunque no, aparentemente, a su marido el guardia José Pozo. A causa de la desaparición se produce una disgregación familiar en la que los hijos del matrimonio son separados pasando a vivir con familiares en distintos lugares e incluso la protagonista de esta segunda historia recluida en un convento de monjas hasta su mayoría de edad.
Irene Pozo Rodríguez, una de las hijas de la desaparecida, inicia a principios de los años ochenta la segunda historia ¡Quiere saber qué le sucedió a su madre!
Esta segunda historia dura más de veinte años y como la primera aún no ha tenido su final.
Irene con su marido Roque han vivido un calvario por las especiales circunstancias del caso. Han luchado lo indecible para que la Dirección de la Guardia Civil, a la que consideran corresponde la responsabilidad, por haber ocurrido dicha desaparición en una casa-cuartel, les proporcionara una explicación creíble sobre lo sucedido a su madre.
En un recorrido increíble por manicomios e instituciones psiquiátricas, contratación de detectives privados, etc., trataron de hallar alguna pista sobre la desaparecida. Interrogaron a los testigos que en aquellos días moraban en la casa-cuartel de la Unión, unos respondieron, la mayoría se escondió e incluso tembló al recordar aquellos días. Recurrieron a los diputados del Parlamento Español, a la reina de España, a los medios de comunicación, fueron protagonistas del programa de Televisión Española ¡Quién sabe dónde! dirigido por Paco Lobatón. Al principio la información que recibieron del Instituto fue negativa, pero continuaron, sin desaliento, a pesar de algunas amenazas veladas y otras más directas. Recibieron en su casa la visita de un teniente coronel de la Guardia Civil que dijo a Irene que dejara de buscar a su madre, instándola también a prometerle "como Guardia Civil, como"amigo" y como conocedor del Cuerpo, que no seguiría buscando a su madre. Y añadiendo textualmente: "Tu madre fue una mujer buena pero algo ingenua, no seas tú lo mismo"
Juana Rodríguez en 1939
Juana Rodríguez en 1939
juana Rodríguez y José Pozo en La Unión.
Juana Rodríguez y José Pozo en La Unión.
Esta fotografía fue tomada poco antes de su desaparición
Desaparecida
Por fin comenzaron a recibir alguna información, a causa de la presión ejercida por las instituciones, en principio sesgada e incompleta. En 1998, ante una orden terminante del Ministerio del Interior y la comprensión del Director General de la Guardia Civil, Santiago López Valdivieso, les entregaron copia del informe interno instruido por el instituto sobre la investigación practicada por la desaparición de Juana Rodríguez en la madrugada del último domingo de abril de 1947. La investigación se realizó en los meses de junio y julio de aquel año, es decir, comenzó un mes después de los acontecimientos. Lo veremos.
Pero, ¿dio respuesta dicho informe a la pregunta que se han hecho durante tanto tiempo los hijos de la desaparecida?
Creemos que no.
La angustia personal de Irene y sus hermanos continúa porque quienes conocieron la realidad de los hechos no han tenido en los 57 años transcurridos el valor de afrontarlos, léase su padre José Pozo y los oficiales, suboficiales y guardias que aquella madrugada del 27 de abril de 1947 junto con sus familias vivían en la casa-cuartel de la Guardia Civil de La Unión.
El informe de la Guardia Civil sobre la desaparición
Nos encontramos ante un informe (denominado Información Privativa del Cuerpo número 5/35/T./ 1947) que es ante todo un expediente para uso interno cuyo instructor fue el comandante Felipe Casinello López de la Comandancia de Murcia: El informe es una clásica pieza militar muy de la época cuyo título ya nos sorprende, porque expresa en sí mismo una conclusión de la investigación que no es la correcta. Transcribimos literalmente:
Instruida al Guardia 2º de la expresada Comandancia, JOSÉ POZO MARTÍN por haber desaparecido de su domicilio de la Casa-Cuartel de La Unión, la esposa del mismo, al parecer por causas de mostrarse ésta celosa de una hija del Comandante de Puesto.
La investigación, a nuestro juicio, y según se desprende de este documento entregado finalmente a Irene Pozo Rodríguez y a su marido Roque por la Guardia Civil en 1998, estuvo mal hecha. El coronel jefe de la comandancia, informado de la desaparición, se desplaza a La Unión a los tres días para averiguar lo sucedido. Allí debió conocer los hechos o al menos los hechos que le contaron, aunque no debemos olvidar la autoridad que representaba un coronel de la Guardia Civil en aquellos años, máxime si era jefe de la comandancia de Murcia. A su regreso ordena al comandante Felipe Cassinello López que inicie el expediente; éste nombra escribiente y efectúa su primer desplazamiento a La Unión donde comienza los interrogatorios el 28 de mayo, es decir más de un mes después de la desaparición. Se dice en el propio expediente que la investigación no debía comenzar hasta que el cabo Segura, uno de los principales implicados ya que era padre de la supuesta amante del guardia Pozo, abandonara el cuartel hacia su nuevo destino ¿Por qué...? Lo cierto es que, hasta que en Murcia no se recibe la comunicación que el cabo ha partido hacia su nuevo destino en Águilas, Casinello no se desplaza a La Unión para el comienzo de las actuaciones.
La guarnición del cuartel de la Guardia Civil de La Unión 1947.
La guarnición del cuartel de la Guardia Civil de La Unión 1947.
En el centro el capitán Andrés de Pedro, a su izquierda el teniente Enrique Rodríguez, a continuación el cabo jefe de puesto Cayetano Segura, padre de Cayetana. El tercero por la izquierda, de pie, es José Pozo
El documento que contiene los resultados de la investigación es importante por lo que dice, y sobre, todo por lo que no dice. A nuestro juicio no profundiza en la cuestión principal: la desaparición de Juana Rodríguez. Se limita a unos interrogatorios tras los que no se saca ninguna conclusión, excepto que hubo algunas "faltas leves" previstas en el Código de Justicia Militar por parte de algunos miembros del Instituto a los que se sanciona también levemente. El 3 de septiembre de 1947, tras los sucesivos informes del comandante Cassinello al coronel de la Comandancia, de éste al general del sector en Teruel y de éste al Director General, Camilo Alonso Vega, que lo era aquellos años, resuelve imponer los siguientes castigos: al guardia José Pozo dos meses de calabozo y traslado de Comandancia por falta leve prevista en el citado código en concepto de "actos contrarios a la dignidad militar". Al cabo del puesto y padre de Cayetana, Cayetano Segura Montoya, un mes de arresto en lacabecera de Comandancia por "inexactitud en el cumplimiento de sus obligaciones" y traslado de puesto, así como expulsión de su familia de las casas-cuarteles. Al guardia Juan Muñoz Pérez ocho días de arresto por las mismas causas. Al capitán de la línea Andrés de Pedro Navarro y al teniente Enrique Rodríguez Lumbreras un mes de arresto en castillo también por "inexactitud en el cumplimiento de sus obligaciones". Al guardia José Pozo, además, y a pesar de que en el informe se dice textualmente que "No aparece en esta información indicio alguno de que el guardia José Pozo haya contribuido materialmente o sea sabedor del fin que su esposa haya podido tener después de la desaparición de su domicilio" el Director General acuerda su expulsión del cuerpo por "baja conducta moral"
José Pozo con su hijo menor en el patio del cuartel en 1947
José Pozo con su hijo menor en el patio del cuartel en 1947
Es incomprensible que si a José Pozo no le consideran culpable de la desaparición, le impongan una sanción tan absolutamente desproporcionada a la vista de las conclusiones del expediente. ¿Por qué esa sanción si no se le considera implicado en la desaparición? El comandante Cassinello, desde el principio de las actuaciones, parte de la base que Juana Rodríguez desaparece por su propia voluntad de la casa-cuartel.
Hemos consultado con algunos miembros de las fuerzas de seguridad del Estado sobre procedimientos de investigación en cuanto a desaparición de personas y también su opinión sobre el informe, y mejor no expresar lo que nos han dicho, es increíble que unos profesionales como se supone a los miembros del Instituto acostumbrados a interrogatorios y a llegar a obtener la verdad, evidentemente en aquellos tiempos, con métodos muy distintos a los que se emplean en la actualidad, no se centraran en el principal sospechoso, el marido de la víctima, y averiguaran lo sucedido. Por tanto sólo dos conclusiones podemos extraer de tal Informe Privativo: o no existía interés en averiguar lo sucedido, lo cual es absurdo, o el informe se hizo para cubrir un expediente sabiendo ya lo que había sucedido. Al guardia Pozo se le había hecho previamente un Tribunal de Honor en el que se le condenó, no sabemos, aunque sí sospechamos, por qué. Y el expediente se hace para justificar las sanciones y porque, evidentemente, ante la desaparición algo había que hacer. Con esta solución el "buen nombre" de la Guardia Civil quedaba a salvo. A José Pozo lo expulsan pero solucionándole el problema de trabajo, la prueba es que la propia Guardia Civil recomienda a una persona "indigna de pertenecer al cuerpo y de baja conducta moral" como reza en el expediente, para un puesto de vigilante en la Maquinista de Levante, de esta forma el asunto queda zanjado.
Cayetana Segura, durante la entrevista que le hizo el programa quien sabe dónde de TVE.
Cayetana Segura, durante la entrevista que le hizo el programa quien sabe dónde de TVE. Negó cualquier implicación en los hechos
Para conocimiento del lector debemos decir que José Pozo era un buen Guardia Civil, nos abstenemos de calificarle moralmente, durante la Guerra Civil había sido herido. Poco después de finalizar el conflicto ingresa en la Guardia Civil, actuando en el Instituto como, lo que hoy día podemos llamar, especialista en operaciones especiales. Era uno de los hombres de confianza en el cuartel de La Unión donde se encargaba de los trabajos más difíciles. Seguramente desde su puesto en la Maquinista de Levante siguió colaborando con sus antiguos compañeros. En una entrevista realizada para el programa Quién Sabe Dónde dijo que él siempre estaría con la Guardia Civil y que no la temía. En esa misma entrevista al preguntarle por qué era conocido en La Unión como el "asesino" responde que era algo que decían de él los delincuentes a los que había sentado la mano. Jamás dijo a sus hijos lo que sucedió con su madre, sólo pudieron oírle esta frase textual: "Con vuestra madre sucedieron cosas muy graves que yo no pude evitar". Murió en La Unión hace pocos años.
¿Qué pasó con Juana Rodríguez?
HECHOS CIERTOS
-El guardia José Pozo mantenía una relación sentimental con Cayetana Segura, hija del cabo del puesto.
-La relación llega ser conocida por Juana Rodríguez.
-Juana Rodríguez visita la tarde del día 25 de abril de 1947 al capitán de la Línea Andrés de Pedro en su domicilio.
-Juana Rodríguez desaparece del cuartel de la Guardia Civil de La Unión entre las 00:45 y las 05:00 horas de la madrugada del 27 de abril y jamás se vuelve a saber nada de ella.
Hipótesis
HUIDA DEL CUARTEL
De ser así no hubiera abandonado a sus hijos. Cuando en una ocasión anterior en La Unión parece que lo intenta (o amenaza con ello) se lleva consigo al hijo de 14 meses.
Además, tarde o temprano hubiera aparecido, como sucedió en 1943 ó 44 que también, tras otra discusión conyugal, se fue de una casa-cuartel en Algeciras y se dirigió a su pueblo.
Todos los medios de comunicación en que podía huir de La Unión eran controlados por la Guardia Civil. Es la hipótesis más improbable.
SUICIDIO
Es la hipótesis que, no sabemos por qué, mantiene el Informe Privativo instruido por orden de la Guardia Civil para esclarecimiento de los hechos.
No es creíble. Juana era una mujer que amaba a sus hijos y su marido. Tampoco había antecedentes de algún intento anterior, además estaba convencida de que a su marido lo trasladaban de puesto, como así lo comunicó, muy contenta, a varias personas, tras su entrevista con el capitán la tarde del viernes día 25.
ACCIDENTE
Coral e Irene Pozo en el patio de la casa-cuartel de La Unión
Coral e Irene Pozo en el patio de la casa-cuartel de La Unión
Jose Pozo el hermano menor
Jose Pozo el hermano menor
Entendiendo accidente que en la madrugada del sábado, cuando el guardia Pozo llega a su casa sostiene una nueva discusión con Juana y la golpea, cayendo ésta y golpeándose a su vez con el suelo o algún mueble y falleciendo a consecuencia del golpe.
Es muy improbable que estos hechos no despertaran a los hijos o la discusión (muy fuerte) no llegara a oírse en resto de la casa cuartel, silenciosa en esos momentos (entre 00:30 y 01:30) de la madrugada.
En este caso, improbable como decimos, el guardia Pozo si hubiera podido contar con la complicidad de algún compañero para hacer desaparecer el cadáver tras contarles como había sido el "accidente" y se hubiera levantado un muro de silencio tras el Tribunal de Honor presidido por el Teniente Coronel.
ASESINATO
Es la HIPÓTESIS más probable aunque los motivos no llegan a estar claros en ninguno de los posibles implicados. Lo que sí es cierto es que en las conjeturas que se hacen a continuación siempre está implicado como autor su marido el guardia Pozo.
A.- José Pozo mata a Juana Rodríguez porque representa un estorbo en sus relaciones con Cayetana Segura. Aunque ha habido y habrá muchas muertes por esta causa, es difícil creer que un guardia civil en una casa-cuartel pueda realizar semejante acto y contar con la complicidad de todos para mantener el hecho en silencio y para hacer desaparecer el cadáver. Además José Pozo no acabó con Cayetana.
Habitación donde "durmió" José Pozo la noche de la desaparición de su esposa
Habitación donde "durmió" José Pozo la noche de la desaparición de su esposa
Irene Pozo visita la casa donde vivió en la casa-cuartel
Irene Pozo visita la casa donde vivió en la casa-cuartel
B.- Juana, desesperada con la situación, amenaza al capitán de Pedro con contar algo que sabe si no traslada a su marido a otro cuartel. El asunto es tan grave que se decide que Juana debe morir. ¿Qué pudo decir Juana al capitán para que se tomara una decisión tan drástica y existiera la complicidad de todos o gran parte de los guardias que vivían en la casa-cuartel de La Unión?
Hemos recogido por la zona rumores de que en aquellos años existía contrabando de armas para la Argelia francesa, importaciones clandestinas de tabaco y otras operaciones ilegales que se realizaban por la zona de Portmán, también se rumorea en el pueblo que estaban implicados en ellas algunos guardias de la casa-cuartel de La Unión ya sea por acción u omisión.
¿Fue esto lo que Juana Rodríguez amenazó con desvelar a las autoridades si su marido no era trasladado de puesto?
¿Cómo se hace desaparecer el cadáver?
Entre los años 1995 y 2002 se realiza una total remodelación de la casa-cuartel de la Guardia Civil en La Unión sólo se dejan en pie las cuatro paredes exteriores. El resto del edificio es demolido y reformado quedando un cuartel completamente nuevo. Durante estas obras, en el aljibe existente en el patio, al parecer se descubren unos restos humanos que fueron trasladados para su estudio al Instituto Anatómico Forense de Madrid. Los hijos de Juana Rodríguez tuvieron conocimiento de tal hecho de forma sesgada y sin confirmación por una llamada al programa Quién Sabe Dónde. Como lo cuentan lo contamos.
Pero en La Unión la memoria oral más extendida en la actualidad es la que sus actuales vecinos recibieron de sus padres o abuelos, casi todos fallecidos. Cuentan que Juana Rodríguez murió en la casa-cuartel y su cadáver fue sacado la misma noche y llevado al cementerio donde fue enterrado. Vecinos del cuartel, rodeado de viviendas entonces como ahora, vieron salir en la madrugada por la puerta trasera a dos guardias a caballo, llevando uno de ellos un bulto atravesado delante, se dice que el guardia José Pozo era uno de los dos jinetes.
Juana Rodríguez fue enterrada en el cementerio de La Unión obligando los guardias civiles al enterrador a inhumarla. Este hecho que hoy nos puede parecer increíble pudo suceder por el dominio y el poder que ejercían los guardias, repetimos que hay que situarse en la época, seguramente no era la primera vez que un hecho así sucedía, en La Unión o en otros puntos de España. Podemos suponer que en algún caso pudo resultar alguien muerto en el cuartel (malos tratos, palizas etc. Durante determinados interrogatorios) y la forma más segura de hacer desaparecer el cadáver era en el cementerio ordenando al enterrador la acción bajo amenazas o contando con la complicidad del mismo. En esta ocasión se emplearía el mismo procedimiento.
En todo caso la versión que más se repite entre las gentes de La Unión es que: "Los que sabían lo que pasó eran el cura y el enterrador"
¿Por qué el cura?
Según los rumores citados, porque el cura recibió en confesión la versión del enterrador, en esta confesión las voces subieron de tono y las oyó el campanero-sacristán de la iglesia que lo contó a algunos de sus allegados.
Esta versión, sin duda, no excluye otras. Pero se ha mantenido más de cincuenta años y los rumores populares siempre tienen una base cierta, aunque sufran desviaciones con el paso del tiempo y la transmisión de unos a otros. A nosotros, al menos, nos parece que no carece de lógica.
Cronología de los hechos
Conclusiones
Puerta trasera del cuartel tal como se hallaba en 1947. Por este lugar aseguraban los vecimos que fue sacado el cadáver de Juana Rodríguez para ser traladado al cementerio
Puerta trasera del cuartel tal como se hallaba en 1947. Por este lugar aseguraban los vecimos que fue sacado el cadáver de Juana Rodríguez para ser traladado al cementerio
La realidad es que los tres hijos de Juana Rodríguez siguen sin conocer qué sucedió con su madre y su sufrimiento interior continúa. Hora es que acabe tras 57 años de espera.
Creemos que la clave de lo sucedido únicamente puede estar en dos lugares, en La Unión o allá donde se encuentren los que vivían en la casa-cuartel el día de la desaparición, o en los archivos de la Dirección General de la Guardia Civil.
Desde estas páginas hacemos un llamamiento, por una parte, para que los que conocieron lo sucedido, si aún viven, o sus descendientes, aporten alguna luz o cuenten lo que pasó aunque sea de forma anónima. Por otra parte, pedimos a la Guardia Civil que investigue en sus archivos toda la documentación referente al cuartel de La Unión relacionada con los hechos y demostrando esa generosidad iniciada con la entrega del Informe Privativo comunique a Irene Pozo y a sus hermanos lo que sucedió a Juana Rodríguez Chaparro. Conocemos como investigadores de historia, que es inútil entrar en un archivo, aún con las pertinentes autorizaciones, si la documentación que se busca no quiere ser mostrada por los responsables. Seria un acto de justicia que los propios responsables de la Guardia Civil tomaran la iniciativa y cerraran para siempre el caso de Juana Rodríguez.
Ángel Márquez Delgado
Última actualización: Diciembre de 2015

viernes, 11 de diciembre de 2015

Maciel Staniszewski, desaparece en Estepona-Málag-España-Nacionalidad Polaca.-



ERIN PIZZEY-VIOLENCIA EN EL HOGAR.



Salvador Domínguez Montero compartió su foto.
16 min
Salvador Domínguez Montero con Piedad Ramos Fernandez.
ERIN PIZZEY
Escritora, periodista y, ante todo, precursora del movimiento mundial de albergues para mujeres maltratadas. Hija de un diplomático británico, Erin Patricia Margaret Carney nació en China en 1939, y alternó sus primeros años entre los diversos destinos de su padre en ultramar y una estricta escuela religiosa de Inglaterra. En 1961 se casó con el periodista Jack Pizzey. Divorciada, en 1979 contrajo matrimonio con el psicólogo Jeffrey Shapiro, en cuya colaboración escribió Prone to violence (“Proclives a la violencia”) (1982).
undefinedEn 1971 fundó el primer albergue moderno de mujeres maltratadas en Chiswick, cerca de Londres, y conoce de primera mano el mundo de la violencia doméstica. El albergue de Chiswick, en el que Erin Pizzey mantuvo a toda costa una política de puertas abiertas, pronto se vio desbordado por la gran afluencia de mujeres y niños. Las autoridades no tardaron en preocuparse por las condiciones sanitarias y de hacinamiento, que costaron a su promotora interminables procesos judiciales. Sólo la intervención directa de la Reina evitó el cierre de la institución. A lo largo de diez años, Erin Pizzey trató con más de 5.000 mujeres y sus hijos, acogidos en su albergue.
Erin Pizzey comprendió desde el primer momento que existía una clara distinción entre las mujeres que, accidentalmente, habían emprendido una relación con un compañero violento al que deseaban abandonar definitivamente y las mujeres que, por profundas razones psicológicas generalmente relacionadas con experiencias infantiles de violencia, buscaban una o sucesivas relaciones violentas, sin intención de abandonarlas. A ese respecto, Erin Pizzey afirma: “… es esencial comprender el diferente significado con que utilizamos las palabras ‘maltratadas’ y ‘proclives a la violencia’. Para nosotros, una persona maltratada es la víctima inocente de la violencia de otra persona; mientras que una persona proclive a la violencia es la víctima de su propia adicción a la violencia”. Ambos tipos de mujeres necesitan tipos de ayuda totalmente distintos. Según sus conclusiones, 62 de las primeras 100 mujeres que llegaron al albergue eran tanto o más violentas que los compañeros de los que huían, “y a cuyo lado acababan volviendo una y otra vez debido a su adicción al dolor y a la violencia”.
Erin Pizzey ha escrito varios libros sobre la violencia doméstica, entre los que destaca el mencionado Prone to violence, que recoge la experiencia de esos diez años de trabajo en el albergue. Tras la publicación del libro, Erin Pizzey recibió amenazas de muerte contra sí misma y contra su familia, y se le aconsejó que, durante la gira de promoción del libro, viajase acompañada de escolta policial. El volumen desapareció pronto de los estantes de las bibliotecas y librerías, y el editor se arruinó. El acoso alcanzó tales proporciones que Erin Pizzey acabó exiliándose en Santa Fe (Nuevo México) y no volvió a Inglaterra hasta 1997.
Según los resultados de una investigación realizada en 1996 en todas las bibliotecas del mundo accesibles desde la Biblioteca del Congreso estadounidense a través de la red Inter-Library, en esa fecha sólo existían13 ejemplares en todo el mundo.
La extrema reacción suscitada por la obra de Erin Pizzey demuestra que ha tocado una verdad fundamental que el feminismo radical trata de ocultar desesperadamente. Hace tiempo que las feministas observaron que la violencia doméstica contiene tanto aspectos físicos como psicológicos. Pero tratan de ocultar el hecho de que la violencia psicológica es más frecuente entre las mujeres. En su artículo Working with violent women (“Trabajando con mujeres violentas”), la autora afirma: “Tenemos miles de estudios internacionales sobre la violencia masculina, pero existen muy pocos sobre las causas o las formas de la violencia femenina. Al parecer, un manto de silencio cubre las enormes cifras de la violencia ejercida por mujeres”. Con gran objetividad, Erin Pizzey estudia los aspectos patológicos de estos comportamientos, ajena a toda parcialidad sexista: “Según mi experiencia -dice-, tanto los hombres como las mujeres incurren igualmente en los comportamientos descritos, pero en conjunto, debido a que sólo las disfunciones del comportamiento masculino se estudian y son objeto de informes, la gente no comprende que, en la misma medida, las mujeres son igualmente responsables de ese tipo de conductas violentas”.
Para reforzar su conclusión de que las mujeres pueden ser tan violentas como los hombres, en su artículo When did you last beat your wife? (“¿Cuándo golpeó Ud. a su mujer por última vez?”) (The Observer, 3 de julio de 1998) señala que “la peor forma de violencia no tiene lugar entre hombres y mujeres, sino entre mujeres y mujeres. La violencia lesbiana destaca por su intensidad y resulta muy incómoda para el movimiento feminista radical”. En ese artículo observa también, en referencia a la discriminación ejercida contra los hombres en los sistemas judiciales canadiense y estadounidense que “las mujeres comenzaron a falsear la información y a acusar a sus parejas de violencia doméstica como preámbulo para solicitar el divorcio. Los hombres fueron acusados de abusar sexualmente de sus hijos y muchos acabaron en la cárcel sin que existiesen pruebas contra ellos. Para expulsar a un hombre de su hogar, bastaba con que su pareja alegase que tenía ‘miedo’”.
Especialmente significativo es su artículo No more war (“No más guerra”) (Irish Times, 9 de junio de 2000), donde recurre a su experiencia infantil para insistir en las causas patológicas de la violencia doméstica, que puede ser ejercida en igual medida por hombres y mujeres. “La experiencia personal me había enseñado que mi madre era tan violenta como mi padre. Siempre pensé que era una terrorista doméstica. [...] Mi madre, sin embargo, gozaba de gran estima, ya que se comportaba como un ángel en la calle y como el mismo demonio apenas traspasaba el umbral de su casa”. Otra frase significativa de ese artículo: “A finales de 1974 ya me había dado cuenta de que no se podía prestar apoyo general al movimiento feminista inglés, por su radical odio a la familia y a los hombres. Sabía que buscaban una causa legítima para justificar su odio a los hombres y obtener ayuda económica”.
En alguna ocasión, Erin Pizzey se ha definido a sí misma como “reformadora social”, y es la experiencia de su labor en la comunidad la que sirve de trasfondo a muchos de sus textos. En ellos se desnudan y sacan a la luz algunos de los aspectos más incómodos y deliberadamente ignorados del comportamiento humano. Cada época tiene sus dogmas y tabúes. En la nuestra se ha impuesto un concepto dogmático y unidireccional de la violencia doméstica. Pero cuando ese concepto se confronta con la versión de los protagonistas – activos y pasivos- de esa violencia y la objetividad de sus testigos directos, el “dogma oficial” salta en pedazos, y de nada vale seguir cubriendo la amarga realidad con más velos y tabúes. La verdad tiene sus espinas. Quizás por eso la obra -social y literaria- de Erin Pizzey ha molestado tanto en los círculos políticamente correctos y entre los administradores del pensamiento, aparentemente múltiple, pero realmente único.
“I think that you have special problems in Spain…”
“Uno de mis principales mensajes es que la violencia doméstica no es una cuestión de género. Tanto los hombres como las mujeres pueden ser violentos, pero la violencia de las mujeres se expresa de modo diferente y de forma más insidiosa que la violencia de los hombres.
Lo que realmente me preocupa es que los tribunales de familia han sido creados partiendo del criterio de que los hombres son los instigadores de todos los problemas que surgen en la familia.
En ellos, no se suele admitir que las mujeres puedan ser violentas y cometer abusos sexuales. La maternidad es sacrosanta y se considera un insulto poner en tela de juicio la función de una mujer en la familia. Todos sabemos que la mayoría de los hombres y las mujeres pasan por divorcios muy traumáticos y toman medidas para proteger el bienestar de sus hijos como mejor saben.
El problema surge cuando uno de los miembros de la pareja, o a veces ambos, padecen algún tipo de trastorno de la personalidad. Cuando los hombres son violentos y peligrosos es bastante fácil obtener protección para las mujeres y los niños. En la mayoría de los países existe actualmente una multitud de organismos que prestarán ayuda y protección a la mujer. Pero cuando el trastorno de personalidad lo padece la mujer, incluso aunque ésta tenga lo que yo llamaría una personalidad “maligna”, se le concede la misma protección y ayuda que a una mujer no violenta, debido a que no se reconoce su trastorno. Una mujer que grita, se pone histérica y amenaza a su pareja o al juez es tratada como una madre que sufre. Un hombre que muestre el mismo comportamiento será considerado violento, peligroso y tal vez encarcelado por desacato al tribunal. Además de reeducar profesionalmente a los jueces y los funcionarios de bienestar social, tenemos que insistir en que, cuando una madre padece un grave trastorno de personalidad, su pareja y sus hijos han de recibir la misma protección legal que se concede sistemáticamente a todas las mujeres. Tengo alguna experiencia de vuestros tribunales españoles, y la falta de comprensión de la dinámica familiar me parece realmente preocupante.” [Fragmentos de correspondencia de Erin Pizzey, del 1 de agosto de 2001.]
La última exigencia al respecto de las feministas radicales es la pretensión de endurecer la Ley de violencia de género para que se castigue a quien diga algo diferente a la verdad oficial. Así, por ejemplo, solicitan que sea considerado apología de terrorismo sexista a quien diga que hay denuncias falsas. Pero estos disparates se vuelven en su contra pues, ¿será terrorista el ministro de Justicia?
¿Alguien recuerda la Alemania nazi, la Unión soviética stalinista o la actual China comunista donde nadie puede disentir de la verdad oficial?
Veamos algún ejemplo más.
En el mes de marzo de 2008, justo antes de las elecciones generales, se hace público por parte del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid, un informe recopilatorio de los cambios legislativos habidos en los últimos años en relación con la perversamente llamada “violencia de género” y las ayudas, beneficios y privilegios que las maltratadas obtienen por parte de la Administración pública. El informe también se hace eco de los abusos que se cometen. El informe es un compendio. Una recopilación. No se da opinión alguna sino datos. La autora ni siquiera pertenece al CES pero su sentido común y su formación le hacen ver los “defectos”. “El trabajo, elaborado por la experta en Derecho, Economía y Políticas Públicas Tatiana Torrejón, recuerda que la sentencia condenatoria no está prevista ni en la Ley Orgánica contra la violencia de género ni en la legislación de la Comunidad de Madrid en la materia y, que, sin embargo, tiene más peso que una orden provisional o una denuncia”. Esto es, no es necesario una sentencia condenatoria firme para acreditar la condición de maltratada sino que basta la simple denuncia cuando no un simple certificado de la asociación feminista de turno para acceder a todas las ayudas, prebendas y privilegios que la legislación concede a las “maltratadas”. Las feminazis no dudaron en hacer uso de todos los resortes a su alcance, incluido el delito consentido por el Ministerio fiscal, para conseguir la retirada del informe.
En el año 2007 el juez de familia de Murcia, Fernando Ferrin Calamita, que se había significado a favor de la Custodia Compartida y en contra de la Ley integral contra la violencia de género, sufre el ataque de las feminazis al dictar una sentencia, tras recabar el informe de los peritos, en la que se atiene estrictamente a la legislación vigente. Como era previsible se le intenta apartar de la carrera e incluso se le encausa por prevaricación con el evidente objetivo de asustar a cualquier otro que se atreva a hacer lo que ha hecho Ferrín: ir en contra de los criterios de las feminazis.
María Jesús García Pérez, juez titular del juzgado de violencia sobre la mujer de Gijón se atreve a declarar en público su criterio basado en sus conocimientos jurídicos y su experiencia profesional. Esto es, que la Ley es inconstitucional y que provoca denuncias falsas, venganzas y corrupción. Rápidamente es atacada por diversas organizaciones feminazis tales como el Consejo de la Mujer o la Comisión contra la violencia. Por supuesto el organo de represión dirigido por Montserrat Comas entra en acción y abre expediente a la díscola jueza tras descalificar sus opiniones. La jueza ha manifestado que intentará defender su honor ante estos ataques a su persona. De poco le servirán ante el aparato stalinista de las feminazis.
Finalmente María Jesús Pérez ha sido sancionada por el CGPJ con una multa de 3.000 euros por la falta grave de hacer uso de su libertad de expresión y criticar una ley. en realidad se la castiga para impedir que cunda el ejemplo y dar una severa advertencia a todo aquél que se atreva a ir en contra de los designios feminazis. La libertad de expresión ha sido abolida y el delito de opinión ha vuelto a instaurarse.
Publicado por veintidos3 en 00:34 2 comentarios:
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Etiquetas: Bibiana Aido, Corrupción, Feminismo

martes, 1 de diciembre de 2015